Casualidades (o causalidades) de la vida me han hecho recordar los viejos discos de uno de mis grupos fetiche, Tool. Totalmente inclasificables, estos cuatro magníficos llevan 20 años en la brecha acumulando admiradores y gente que los ignora totalmente, siendo la proporción de estos últimos miles de veces superior a la de los primeros entre los que me incluyo ya desde principios de los años 90. Tool es el misterio encarnado en un grupo de metal. Poco o nada se sabe en realidad de sus vidas más allá de la música, y de entre lo poco que se sabe, más de la mitad es invención de ellos mismos, como que seguían una especie de secta llamada lacrimología mediante la cual se alcanza la paz y la perfección del alma llorando.
Personalmente me trae a la mente maravillosos y misteriosos momentos, sobretodo aquellos de hace más de diez años en el local de ensayo de Shock!!! donde escuchábamos compulsibamente el disco Aenima e incluso nos inspirábamos para alguna de nuestras canciones de la época. Ahora, ya pasada la treintena, y supongo que ya con cierta madurez musical he estado revisitando su discografía dándome cuenta de que no sólo no han perdido actualidad sino que a cada escucha descubrio nuevos matices que o bien había olvidado o bien no había percibido por aquel entonces. Ante la sequedad de ideas que actualmente parece estar sufriendo el género del metal qué menos que revisitar lo que ya son clásicos y que, visto lo visto, lo serán por siempre.
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