A continuación transcribo la crónica que he realizado para la web musical www.Deboloasturias.com con fotografías y vídeos del concierto extraídos de youtube.
Intrigados ante el espectáculo que nos iba a deparar el concierto de los madrileños Hamlet en la sala Acapulco del Casino de Gijón, hacíamos cola el pasado sábado 6 de abril tras un par de meses de divagaciones propias y compartidas acerca de la peculiar propuesta del grupo para esta ocasión. Vendrían casi un año después de su último concierto en tierras asturianas con un nuevo concepto para los amantes del metal nacional: la re-presentación de “Insomnio”, su disco más exitoso hasta la fecha coincidiendo con los 15 años de su primera edición. Por curiosa, la propuesta llamó la atención de este cronista, de su grupo de amigos con los que allá a finales de los 90 solíamos ir a este tipo de conciertos, y de (calculo a botepronto) otras 500 almas más o menos, con una edad media que superaba los 30 y que, al carecer de teloneros, quizá nos encontramos un tanto fríos, sino oxidados, en los primeros compases del concierto.
Sin mediar saludo comenzaron los primeros acordes de “Tortura-Visión”. Molly parece no tener el principal problema de todo ‘frontman’ de metal una vez pasados los 40. No está gordo, es más, parece más delgado que hace unos cuantos años y sí, está en plena forma. Luis Tárrega, el guitarrista principal, parece haber bebido del elixir de la eterna juventud y sigue al mando de las 6 cuerdas con ese sonido que hace 15 años fue copiado hasta la saciedad por muchos de los de grupos de metal patrio que por aquel entonces poblaban la piel de toro, por cierto, ¿qué ha sido de todos ellos?.
Fotografía del Facebook oficial de Hamlet
Tras “Tortura-Visión”, el disco homenajeado fue desgajándose pieza a pieza de forma ordenada, tal y como las pistas están dispuestas en el disco. Suspenso en originalidad, cierto es, pero nadie buscaba eso en este bolo. Como decíamos, Molly muy bien, fino en la voz y en movimientos, del resto de la banda poco que decir. Mentiría si dijera que no se echaban de menos los sombreros vaqueros del anterior guitarra, Pedro Sánchez, y los coros paisaniles, secos y viriles de Augusto el bajista original en la grabación de 1998, y que hace ya la friolera de 10 años que abandonó el grupo. Tanto Álvaro Tenorio a la guitarra como Alberto Marín al bajo cumplieron sobradamente su cometido, el de mover a la peña hasta el punto de que hoy, a martes, todavía este cronista tenga dificultades a la hora de mover el cuello debido a las agujetas. El otro integrante, el batería asturiano Paco Sánchez, homenajeado siempre que visita estas tierras por un público que le aprecia, estuvo muy en su línea, contundente y sin demasiados alardes, pero es que no hacían falta. El público coreaba estrofa por estrofa un disco que conocía y apreciaba. Una banda sonora para adolescentes de 30 tacos que no ha envejecido del todo mal, y es que Collin Richardson, su productor, fue mucho Collin Richardson y ni temas ni sonido dejan nada que envidiar a producciones más cuidadas, pero menos rudas que el “Insomnio”. Mención especial merecen los pogos inducidos por Molly y Tárrega, con la sala Acapulco en silencio, expectante, con un pasillo en medio abierto y despejado a la espera de que los últimos acordes de la bestial “Quien creé que Raquel se suicidó” hicieran de las suyas para que jóvenes y no tanto practiquemos el noble deporte del mosh o salto al público desde el escenario. “Muérdesela”, “Dónde duermo hoy”, “Mal” o la bestial “La cabra” fueron haciendo las delicias de un público cada vez más sudoroso y entregado, igual que Molly, en plena forma, participando de forma activa en un pogo caótico y bestial del que este cronista puede dar fe para acto seguido concluir con el “Insomnio”, hacer una pequeña pausa y dejarnos con una introducción pregrabada y disparada del disco que seguiría cronológicamente a este, estoy hablando del “Inferno”, álbum en mi modesta opinión aún mejor que el anterior.
De este se echaron de menos algunos temas míticos como el meloso “Perdóname”, pero sonaron otros imprescindibles como “El mejor amigo de nadie”, “Buena suerte”, “Mi nombre es yo”, “Miserable” o “Denuncio a Dios”, con Molly haciendo de las suyas cantando sobre la barra de una sala Acapulco sorprendida por la buena forma de un grupo que, creo haber percibido, recupera su público tras varios años en los que sus trabajos no han entusiasmado como hacían anteriormente.
Tras un amago de despedida, el grupo volvió para darnos la propina con “Un mundo en pausa”, el único tema del último disco “Amnesia”, para concluir de forma apoteósica con un tema de hace la friolera de 20 años perteneciente a su álbum “Sanatorio de Muñecos”. Me refiero al clásico “Irracional” con el que el grupo puso la guinda a este recital con cierto sabor nostálgico ante un público entregado y con más ganas del Hamlet de antaño más que del nuevo. Un público que hoy, martes, tiene agujetas en el cuello y magulladuras en el codo, quizá por la falta de conciertos de este tipo en Asturias, quizá por dejadez, aunque tras eventos como éste uno es consciente de que el metal sigue vivo en grupos como Hamlet y en todos aquellos que hemos disfrutado con él y con otros muchos que se han quedado en el camino. Por ello, dejo aquí constancia de que no volverá a pasar, que no pretendo abandonar, como dice la letra de “Antes y después”. No volveré a tener agujetas, porque desde aquí, que así conste, prometo volver a mover el cuello y a hacer mosh todo lo posible. Eso sí, señores programadores de conciertos en Asturias: traigan grupos para que pueda hacerlo.
Por si “has pensado en algún momento en abandonar…”
Intrigados ante el espectáculo que nos iba a deparar el concierto de los madrileños Hamlet en la sala Acapulco del Casino de Gijón, hacíamos cola el pasado sábado 6 de abril tras un par de meses de divagaciones propias y compartidas acerca de la peculiar propuesta del grupo para esta ocasión. Vendrían casi un año después de su último concierto en tierras asturianas con un nuevo concepto para los amantes del metal nacional: la re-presentación de “Insomnio”, su disco más exitoso hasta la fecha coincidiendo con los 15 años de su primera edición. Por curiosa, la propuesta llamó la atención de este cronista, de su grupo de amigos con los que allá a finales de los 90 solíamos ir a este tipo de conciertos, y de (calculo a botepronto) otras 500 almas más o menos, con una edad media que superaba los 30 y que, al carecer de teloneros, quizá nos encontramos un tanto fríos, sino oxidados, en los primeros compases del concierto.
Sin mediar saludo comenzaron los primeros acordes de “Tortura-Visión”. Molly parece no tener el principal problema de todo ‘frontman’ de metal una vez pasados los 40. No está gordo, es más, parece más delgado que hace unos cuantos años y sí, está en plena forma. Luis Tárrega, el guitarrista principal, parece haber bebido del elixir de la eterna juventud y sigue al mando de las 6 cuerdas con ese sonido que hace 15 años fue copiado hasta la saciedad por muchos de los de grupos de metal patrio que por aquel entonces poblaban la piel de toro, por cierto, ¿qué ha sido de todos ellos?.
Fotografía del Facebook oficial de Hamlet
Tras “Tortura-Visión”, el disco homenajeado fue desgajándose pieza a pieza de forma ordenada, tal y como las pistas están dispuestas en el disco. Suspenso en originalidad, cierto es, pero nadie buscaba eso en este bolo. Como decíamos, Molly muy bien, fino en la voz y en movimientos, del resto de la banda poco que decir. Mentiría si dijera que no se echaban de menos los sombreros vaqueros del anterior guitarra, Pedro Sánchez, y los coros paisaniles, secos y viriles de Augusto el bajista original en la grabación de 1998, y que hace ya la friolera de 10 años que abandonó el grupo. Tanto Álvaro Tenorio a la guitarra como Alberto Marín al bajo cumplieron sobradamente su cometido, el de mover a la peña hasta el punto de que hoy, a martes, todavía este cronista tenga dificultades a la hora de mover el cuello debido a las agujetas. El otro integrante, el batería asturiano Paco Sánchez, homenajeado siempre que visita estas tierras por un público que le aprecia, estuvo muy en su línea, contundente y sin demasiados alardes, pero es que no hacían falta. El público coreaba estrofa por estrofa un disco que conocía y apreciaba. Una banda sonora para adolescentes de 30 tacos que no ha envejecido del todo mal, y es que Collin Richardson, su productor, fue mucho Collin Richardson y ni temas ni sonido dejan nada que envidiar a producciones más cuidadas, pero menos rudas que el “Insomnio”. Mención especial merecen los pogos inducidos por Molly y Tárrega, con la sala Acapulco en silencio, expectante, con un pasillo en medio abierto y despejado a la espera de que los últimos acordes de la bestial “Quien creé que Raquel se suicidó” hicieran de las suyas para que jóvenes y no tanto practiquemos el noble deporte del mosh o salto al público desde el escenario. “Muérdesela”, “Dónde duermo hoy”, “Mal” o la bestial “La cabra” fueron haciendo las delicias de un público cada vez más sudoroso y entregado, igual que Molly, en plena forma, participando de forma activa en un pogo caótico y bestial del que este cronista puede dar fe para acto seguido concluir con el “Insomnio”, hacer una pequeña pausa y dejarnos con una introducción pregrabada y disparada del disco que seguiría cronológicamente a este, estoy hablando del “Inferno”, álbum en mi modesta opinión aún mejor que el anterior.
De este se echaron de menos algunos temas míticos como el meloso “Perdóname”, pero sonaron otros imprescindibles como “El mejor amigo de nadie”, “Buena suerte”, “Mi nombre es yo”, “Miserable” o “Denuncio a Dios”, con Molly haciendo de las suyas cantando sobre la barra de una sala Acapulco sorprendida por la buena forma de un grupo que, creo haber percibido, recupera su público tras varios años en los que sus trabajos no han entusiasmado como hacían anteriormente.
Tras un amago de despedida, el grupo volvió para darnos la propina con “Un mundo en pausa”, el único tema del último disco “Amnesia”, para concluir de forma apoteósica con un tema de hace la friolera de 20 años perteneciente a su álbum “Sanatorio de Muñecos”. Me refiero al clásico “Irracional” con el que el grupo puso la guinda a este recital con cierto sabor nostálgico ante un público entregado y con más ganas del Hamlet de antaño más que del nuevo. Un público que hoy, martes, tiene agujetas en el cuello y magulladuras en el codo, quizá por la falta de conciertos de este tipo en Asturias, quizá por dejadez, aunque tras eventos como éste uno es consciente de que el metal sigue vivo en grupos como Hamlet y en todos aquellos que hemos disfrutado con él y con otros muchos que se han quedado en el camino. Por ello, dejo aquí constancia de que no volverá a pasar, que no pretendo abandonar, como dice la letra de “Antes y después”. No volveré a tener agujetas, porque desde aquí, que así conste, prometo volver a mover el cuello y a hacer mosh todo lo posible. Eso sí, señores programadores de conciertos en Asturias: traigan grupos para que pueda hacerlo.
Setlist del concierto. Vídeos del concierto |
wall of death
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