Genarito Rabadán, de Pousadoiro, incurrió en un error que, por pasarse de listo, le costó la expulsión del colegio cuando cursaba séptimo de básica. El caso es que se las quiso dar de instruído y, para alardear de su vasto vocabulario, presentó en un ejercicio de poesía un soneto que había compuesto ayudándose de su colección de palabrejas y que decía así:
"Mitridatismo, zambra, behetría,
escoliasta, fascistol, badulaque,
gorgotero, férula, miriñaque,
ustorio, suspensorio, perlesía.
Saburra, vermífugo, solecismo,
tártago, mafagranzas, electuario,
alhorre, crisopeya, tafanario,
calomelanos, ceroma, priapismo.
Hoyanca, bardoma, desopilante,
isagoye, esgueva, crica azarcón.
Nenia, zahurda, mozcorra, pinjante.
galga, calamocano, neguijón,
albéitar, calabrote, sicofante,
ronzal, carminativo, baladrón".
Todo hubier a quedado en mera ocurrencia de no ser porque, en un exceso de erudición, Genarito le contó al fraile lo de los acrósticos. Y claro, inmediatamente lo mandaron a casa por guarro.
(Ermesto Colsa)
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