Poeta de lo cotidiano. Hay poesía hasta en los descampados, también hay en los ascensores, en los servicios de los restaurantes, en los bares más lumpen, en la profesión del pocero, en ir a comprar tabaco al estanco, en esperar a que el cobrador de Santa Lucía llegue desde el bajo hasta el sexto, en perder el autobús u olvidarse un acento, en los televisores que nadie ve y en las siestas de verano, en la sección de sucesos del periódico y también en la de deportes, en que llueva o en irse a la playa, en mis viejos altavoces rotos, debajo de la cama. En todo hay poesía, porque todos y todo lo somos. Hasta dentro de los pucheros, como decía Santa Teresa.
Para demostrároslo un precioso poema en prosa de Pablo García Casado. Todo es poesía.
Sevilla Este
Es un hombre que camina solo por el barrio. Un martes por la mañana a la hora en que los demás trabajan. Que mira su teléfono móvil comprobando que funciona correctamente, que tiene suficiente batería y cobertura. Que todavía puede controlar la situación. Es un hombre a la espera de noticias, que ha salido de casa porque necesita pensar, pensar en algo. Su mujer lo mira desde el balcón con el niño en brazos, el camisón deja entrever los pechos caídos de la maternidad. Pechos una vez de brillantina, la locura de la sala de fiestas, todos esos hombres y sólo tú, con tu cara de pájaro. Ven aquí, voy a llevarte lejos de este infierno, tengo negocios. El mismo hombre que hoy se arrodilla en el cajero automático y que suplica entre lágrimas, perdónanos, Señor, perdónanos.
PABLO GARCÍA CASADO, Dinero, DVD, Barcelona, 2007, página 46.
No hay comentarios:
Publicar un comentario