martes, 18 de enero de 2011

Tras leer "El niño en el espejo" de Pelayo Fueyo


Qué tristeza, qué oscuridad,
con que desesperanza tocabas todas las teclas de mi alma,
cómo duele leerte, cómo duele,
en cuatro poemas resecabas almas y enmudecías canciones de infancia,
hacías sombríos y abandonados todos esos juguetes, ahora descoloridos,
creaste el temor por todos los espejos,
que elogiásemos al pez luna.
Qué triste, qué oscuro,
trazaste puñales donde sólo había versos,
escritos a mano, con un lápiz despuntado y una libreta vieja,
al sol en un parque en el que las chicas sacaban a los perros.
Escribías en blanco y negro, siempre en blanco y negro,
fuiste un niño solitario, pero no eras tú el único, Pelayo,
no
el único que estabas sólo.


David Fueyo

1 comentario: